09 marzo 2008

Goswintha, la reina -II parte-


Con el apoyo político de la familia de Goswintha, Leovigildo pudo gobernar con tranquilidad el reino hispano, mientras la reina se ocupaba del aspecto diplomático. Poco tiempo después y misteriosamente en Septimania el rey Liuva moría dejando a Leovigildo como único gobernante. El poder central de Toledo volvía a emerger con fuerza con Leovigildo y Goswintha como base política. La corte toledana volvía a dirigir totalmente las riendas del reino visigodo.
A pesar del asesinato de una de sus hijas la reina siguió con las alianzas francas ya que eso consolidaba el poder del reino en las rutas mediterráneas. Para reafirmar las alianzas francas los reyes decidieron casar al primogénito del rey, Hermenegildo con la princesa franca Ingunda, hija de Sigeberto y de Brunekhilda, y nieta de la propia Goswintha.
Los magnates hispanos romanos habían consolidado la cultura y religión romana entre la aristocracia goda, los nobles godos veían en la cultura romana un signo de modernidad entre los aires retrospectivos de aquella época. Goswintha y su partido eran acérrimos arrianos y veía en el catolicismo un poderoso enemigo hacia sus privilegios y condición social. Por la qué la persecución a los cristianos comenzó con la reina como instigadora de aquel movimiento.
En este contexto llegó la princesa Ingunda a Toledo para casarse con Hermenegildo. En las tierras cristianas francas la religión no era un fenómeno de confrontación. Ingunda comprobó pronto que en Toledo la cosa era muy diferente.
Goswintha ordenó a la princesa que se convirtiera al arrianismo y esta se opuso defendiendo la fe cristiana como su propia identidad. La reina no podía tolerar ese golpe de efecto contra su posición y reaccionó con violencia, y de ahí el pasaje famoso narrado por Gregorio de Tours:
“Cogió a su nieta por la cabellera, la echó a tierra y la pateó y golpeó hasta dejarla cubierta de sangre. Entonces mandó que la arrojasen a la piscina bautismal arriana, pero en medio de tan brutal paliza, Ingunda se mantuvo íntegra en su fidelidad a su religión”.
Aunque esta afirmación hay que tomarla con cautela debido al profundo odio de Gregorio a los visigodos y la religión arriana. Lo cierto es que el enfrentamiento entre reina y princesa fue terrible y eso motivó que el rey Leovigldo decidiera mandar a su hijo y nuera a Sevilla.
Hermenegildo como asociado al trono ejerció desde Sevilla el gobierno de la antigua Bética comenzando uno de los episodios míticos del reino visigodo. Influenciado por su esposa y parte de la cohorte franca de la princesa, y con el apoyo de los poderosos magnates hispanos romanos del sur peninsular, Hermenegildo se convirtió al catolicismo y se rebeló contra su padre nombrándose rey de los territorios del mediodía que por entonces se hallaban bajo sus dominios.
La guerra comenzaba, Goswintha intensificaba la diplomacia para cortar los apoyos al hijastro rebelde, Ingunda pedía apoyo al emperador bizantino. Padre e hijo se enfrentarían en el campo de batalla entre la hierba y el polvo. Abuela y nieta, o lo que es lo mismo, suegra y nuera se enfrentaría entre los ladrillos de las habitaciones de los palacetes reales. La guerra para los hombres, la diplomacia para las mujeres…

Continuará