09 diciembre 2007

Analisis y reflexiones sobre el testamento de la reina Isabel sobre las Indias


Mucho se ha escrito sobre la colonización española en América, y sobre la actuación de los españoles en ese continente. El testamento de la reina Isabel descubre y a la vez desmiente tópicos usados durante generaciones sobre la voluntad española en el continente.
Isabel fue una reina de profundo sentido moral y religioso. En su testamento está reflejada esa personalidad que ante todo se basaba en el respeto a las personas. La reina combatió la esclavitud, sus creencias no podían tolerar un mundo con esclavos o personas sin derechos humanos. En su testamento, que fue ley como testamento real, reconocía el derecho de personas a los indígenas, lo cual los equiparaba en toda condición a cualquier castellano ante la ley, así como le garantizaba el derecho de propiedad, y les protegía contra agravios y abusos.
Sus convicciones religiosas influyeron en este testamento-ley, pero no seamos ingénuos, Isabel fue una gran política y supo ver que el sentido de vasallaje era el camino del futuro para el éxito en la ampliación del reino castellano. Unas tierras sometidas a esclavitud serían tierras problemáticas y difíciles de mantener. Aunque todavía se desconocía la dimensión del descubrimiento las ideas socio-políticas de la reina estaban puestas en él. El camino de la religión sería el camino del vasallaje. Una asimilación religiosa y por tanto cultural daría la plena integración de los indígenas en el reino castellano.
La tiranía y la crueldad de las civilizaciones pre-colombinas dominantes hacia los pueblos sometidos dieron un giro inesperado en la conquista del nuevo mundo. En vez de fuerza militar bastaba con emplear la inteligencia para aprovechar las luchas y odios internos entre los indígenas. Esta fragilidad de los indígenas fue lo que dio al traste con las buenas intenciones de la reina.
Una legión de conquistadores lejos del control real, con facilidad para adueñarse de extensos imperios y su riqueza llevó a la situación de caos y barbarie que supuso el siglo XVI. Al no tener que emplear grandes ejércitos no les hacía falta la subvención real, cualquier hidalgo con algo de riqueza y voluntad se podía aventurar en la empresa conquistadora, lejos de la política de la corona. La distancia de las cortes castellanas hizo el resto.

Con la llegada de los austrias al trono castellano se quiso poner freno al descontrol, aunque ya demasiado tarde y de forma poco efectiva, la conquista del continente era un hecho. A partir de ese momento se llevó a cabo una política de administración en base a la situación geopolítica europea lo que desvió la idea inicial de la reina respecto a la explotación de las nuevas tierras y el sentido del vasallaje.

Isabel quiso a los indígenas como castellanos y al nuevo mundo como una ampliación de su querida Castilla. Desgraciadamente los acontecimientos lo hicieron imposible. Lejos del control judicial, la falta de escrúpulos y las ansias de riqueza generó los abusos por parte de los conquistadores a los indígenas. La poca capacidad de gestión de la corona debido a la lentitud de transporte y la lejanía de las tierras creó un mundo muy distinto a lo soñado por la reina Isabel.