06 noviembre 2007

El último rey de Asturias (IV Parte)


El año 882 el poderoso ejercito árabe saqueo Zaragoza y después se dirigió hacia León por la antigua vía romana, luego de asolar Castrogeriz marcharon hasta las mismas murallas de León y sorprendentemente en vez de atacar la ciudad aceptaron la negociación que les ofreció Alfonso III. Después de un intercambio de prisioneros y el correspondiente pago del rey astur las tropas cordobesas se retiraron hacia su ciudad.
Un año después la campaña se repitió y el resultado fue el mismo, Alfonso III había contenido el ataque cordobés pero sus deseos de expansión se habían frenado. Este hecho, la política de restauración de costumbres visigodas, la reafirmación del reino asturiano como continuación del antiguo reino godo de Toledo, así como la obligación que impuso a los nobles para que pagaran con su patrimonio obras civiles hizo que las conjuras empezaran a crecer. Los hermanos Freila, Odoario y Vermudo encabezaron una rebelión tomando la plaza de Astorga donde organizaron un poderoso ejército con la ayuda de otros condes.

"El caballo era ligero
y saltado había un vallado,
mas al salir de una cuesta,
a la asomada de un llano,
vido mucha adarga blanca,
mucho albornoz colorado
y muchos hierros de lanzas
que relucen en el campo.
Metido se había por ellos"

Alfonso III actuó enérgicamente destruyendo la rebelión de forma rápida. El reino cordobés también vivía momentos tumultuosos, el emir, ya anciano no conseguía sofocar definitivamente las rebeliones. Alfonso III que había perdido sus alianzas árabes acepto una tregua, eran momentos de estabilizar los reinos. Fundó la que sería en un futuro capital de Castilla, la ciudad de Burgos, alrededor de una fortaleza avanzada en la frontera oriental (884) 
El rey continúo su política repobladora reorganizando territorialmente el reino con la construcción de numerosos monasterios. También proyectó un mecenazgo cultural muy importante y mandó escribir crónicas históricas reivindicando el pasado visigodo del reino.
En Córdoba seguían con los problemas internos agravados con la muerte del emir Muhammad (886) lo que aprovechó el rey para romper la tregua y conquistar Zamora, Toro, Dueñas y más tarde Simancas. El ardor guerrero de Alfonso había renacido como ave Fénix, en la capilla del palacio daba gracias a Dios por su ayuda mientras ideaba nuevas empresas, las cenas festivas donde las bailarinas exhibían su vientre al ritmo de los instrumentos de cuerda y las voces de los músicos eran numerosas, los atardeceres teñian a León de un manto ocre acompasado con las salves de los párrocos reprimiendo en latín al pueblo para conseguir su justa salvación.

“A mi grave me seria
dexar los prados con flores,
en mayo la fuente fría,
vergeles con ruiseñores”

Mientras Alfonso degustaba el vino leones y disfrutaba de los placeres que le ofrecían las bellas mujeres mozárabes esperando el momento propicio para una nueva campaña alguien muy cercano a él conspiraba para destronarlo…

Proximamente: El final