Con los primeros fríos de invierno fallecía hace 503 años la mujer más fascinante de la historia castellana. En un mundo donde el valor femenino no era considerado, esta mujer de carácter sereno se sobrepuso a la historia y las circunstancias para llegar a dominar el reino más poderoso de la incipiente era moderna. Casada con el mas golfo de los príncipes hizo de su matrimonio la base política que trasformaría no solo la antigua Hispania, sino también la convulsa Europa y las tierras vírgenes de las recién descubiertas Indias.
Su gran capacidad intelectual le permitió encabezar el partido de los nobles que se oponían al continuismo político de su hermanastro Enrique. No dudo en guerrear con su sobrina, heredera legitima del trono, para alzarse a la corona castellana, y una vez en ella supo controlar a ese conjunto de nobles insaciables siempre dispuestos a la conjura y la traición. Gestionó sus dominios transformando el Medievo hispano y sentando las bases para la unificación peninsular. Dirigió a la iglesia hacia su reino, ese reino que se expandía emergiendo como la gran potencia del futuro. Ese reino que moldeó ella para crear el estado de sus ideales.
La leyenda cuenta que cuando le comunicaron que su esposo Fernando le era infiel habitualmente ella contestó a su alcahueta que lo único que le pedía a Fernando era que le diera hijos que pudieran reinar Castilla y lo demás lo juzgaría Dios y la historia.
Gracias a su visión geopolítica costeo, a pesar de la oposición de las cortes castellanas el viaje de Colon en busca de las Indias. Con sus joyas personales hizo posible uno de los hitos más fabulosos de la humanidad, el descubrimiento del nuevo mundo. Colon viajó con parte de los sueños de la única persona que lo tomó en serio, la reina.
Isabel representó la transición entre el Medievo y la era Moderna, la base del estado moderno fue su ancha y amada Castilla. Esa Castilla enemiga del baño personal afrontaba los nuevos retos de la historia con la gran reina que fue la católica. Su olor corporal traspasaba los muros de su palacio, su magna personalidad traspasaba los tiempos convirtiendo en esta adelantada de su tiempo en la católica Isabel.
Desde el castillo de Mota, en Medina del Campo, una fría noche del mes nostálgico de Noviembre hasta la eternidad que dibujó su identidad en la vieja Hispania y las nuevas Indias, Isabel se refleja en campos, montañas, ríos, selvas y mares.
Su gran capacidad intelectual le permitió encabezar el partido de los nobles que se oponían al continuismo político de su hermanastro Enrique. No dudo en guerrear con su sobrina, heredera legitima del trono, para alzarse a la corona castellana, y una vez en ella supo controlar a ese conjunto de nobles insaciables siempre dispuestos a la conjura y la traición. Gestionó sus dominios transformando el Medievo hispano y sentando las bases para la unificación peninsular. Dirigió a la iglesia hacia su reino, ese reino que se expandía emergiendo como la gran potencia del futuro. Ese reino que moldeó ella para crear el estado de sus ideales.
La leyenda cuenta que cuando le comunicaron que su esposo Fernando le era infiel habitualmente ella contestó a su alcahueta que lo único que le pedía a Fernando era que le diera hijos que pudieran reinar Castilla y lo demás lo juzgaría Dios y la historia.
Gracias a su visión geopolítica costeo, a pesar de la oposición de las cortes castellanas el viaje de Colon en busca de las Indias. Con sus joyas personales hizo posible uno de los hitos más fabulosos de la humanidad, el descubrimiento del nuevo mundo. Colon viajó con parte de los sueños de la única persona que lo tomó en serio, la reina.
Isabel representó la transición entre el Medievo y la era Moderna, la base del estado moderno fue su ancha y amada Castilla. Esa Castilla enemiga del baño personal afrontaba los nuevos retos de la historia con la gran reina que fue la católica. Su olor corporal traspasaba los muros de su palacio, su magna personalidad traspasaba los tiempos convirtiendo en esta adelantada de su tiempo en la católica Isabel.
Desde el castillo de Mota, en Medina del Campo, una fría noche del mes nostálgico de Noviembre hasta la eternidad que dibujó su identidad en la vieja Hispania y las nuevas Indias, Isabel se refleja en campos, montañas, ríos, selvas y mares.