29 enero 2008

Rebelión en Septimania -IV Parte-


Las tropas avanzadas del ejército real sitiaron Narbona ofreciendo la rendición a Witimiro. Pero este la rechazó amenazando a las tropas en un alarde de prepotencia.
Con la noche como testigo las armas de asedio godas empezaron a limar las defensas rebeldes, los barcos como figuras fantasmales dominaban el mar, los visigodos lanzaban piedras y proyectiles incendiarios dentro de la ciudad. Tras tres horas de asedio se produjo el ataque definitivo.Wamba penetró en la ciudad demoliendo la resistencia. Witimiro y unos pocos de sus fieles se refugiaron en la céntrica iglesia de Santa María ocurriendo allí uno de los episodios más surrealistas de la guerra, Witimiro espada en alto quiso defenderse detrás del altar invocando la ayuda divina, entonces un soldado del rey cogió un tablón y se dispuso a golpearle en la cabeza, Witimiro se echó atierra temblando y pidiendo piedad, lo que provocó la burla del rey y sus hombres.
Después de castigar duramente a los rebeldes con cincuenta latigazos, fueron encadenados para acompañar al sequito guerrero. Por tierra y mar continuó la campaña cayendo al día siguiente las ciudades de Béziers , Agde y Maguelone.
El camino hacia Nimes, último reducto rebelde estaba libre de enemigos. Paulo se había refugiado en esta ciudad con el resto de su ejército y el apoyo de los francos. El rey rebelde no había presentado personalmente batalla al viejo guerrero Wamba. Desde la entrada del ejercito real por los Pirineos, Paulo había preparado una minuciosa campaña de resistencia que se había desmoronado ante el poder real. Él y su tropa de confianza solo habían huído, dejando en los puntos clave a lugartenientes para defender las plazas. Ahora no había escapatoria digna, solo luchar para ganar y sobrevivir.
Como un murmullo se oía el avance del ejército real tras los muros de Nimes, por la costa los barcos de guerra dibujaban su silueta fantasmal arrastrando la espuma del mediterráneo. Wamba mandó por tierra un pequeño contingente al mando de cuatro jefes para reconocer el terreno y comenzar a sitiar la ciudad, mientras los barcos avanzaban cargados de guerreros.
Con el rocío del amanecer del 31 de agosto del año 673, ante los muros de Nimes ,los visigodos lazaban al aire sus gritos guerreros, los cánticos precedían al baño de sangre en la batalla, en la ciudad la campanas redoblaban sus cuerpos metálicos invadiendo el cielo anaranjado con su sonido majestuoso, la batalla decisiva estaba a punto de comenzar…