06 octubre 2007

Reflexiones sobre la batalla de Cabra


Este episodio de Cabra es un ejemplo del descontrol político que existía en los reinos medievales. Dos ejércitos se enfrentan entre sí defendiendo al mismo rey y con el apoyo de sus grandes enemigos, los musulmanes. Lo llamativo en esta situación es que ninguno de los embajadores intentara mediar entre los reinos musulmanes a través de su señor, el rey Alfonso VI, que era el beneficiario de las parias y el jefe de los ejércitos. García Ordoñez actuó por su cuenta con la idea de conseguir un cuantioso botín en el saqueo de Sevilla sin importarle que el reino sevillano fuera reino protegido por su rey y que en esos momentos hubiera una embajada Alfonsina para cobrar las parias en su capital. Rodrigo Díaz actuó correctamente defendiendo el acuerdo de Alfonso VI con el rey sevillano. Es sorprendente que García Ordoñez a pesar del aviso del Cid siguiera adelante con la empresa de saquear Sevilla, incumpliendo los tratados entre reinos y encima enfrentándose a compañeros de armas que estaban allí para hacer lo mismo que él en Granada. Este episodio marca el inicio de los desencuentros del Cid con su rey, ya que aunque actuó legalmente, García Ordoñez era un conde muy influyente en la corte Alfonsina y tras este episodio se convirtió en enemigo acérrimo del Cid. En aquel tiempo los reyes querían tener como aliados a los nobles poderosos para así evitar revueltas internas que acababan habitualmente con la cabeza del rey separada de su cuerpo. Esto explica la actitud pasiva del rey al enterarse de la batalla entre sus hombres.
La involución política de este periodo fue la causante del retraso social, cultural y económico que hubo en la Edad Media. Reinos enfrentados, condes y magnates que con sus ejércitos hacían lo que más le convenía, reyes más preocupados en controlar las revueltas internas que gobernar y una cultura guerrera que solo beneficiaba a unos pocos nobles insaciables de botines hicieron que los saqueos, traiciones políticas, conspiraciones reales, guerras internas, pactos con enemigos y todo tipo de confabulaciones fueran la causa de la regresión socio-cultural en esta época. Un reino y su rey con varios ejércitos pagados y comandados por sus condes o magnates cada uno defendiendo sus intereses personales nos dibujan la etapa más oscura de la historia
“Quantos que son en mundo, justos e peccadores,
coronados e legos, reys e emperadores,
allí corremos todos, vassallos e sennores,
todos a la su sombra imos coger las flores”