Los romanos tuvieron una mentalidad muy liberal respecto al sexo, numerosos hallazgos arqueológicos nos confirman que eran habituales las pinturas de cama en las paredes de las casas romanas. Las vasijas romanas eran un marco habitual de pintura erótica y los colgantes, anillos y hebillas eran decorados habitualmente con elementos genitales, así como cualquier otro objeto de bisutería.
El concepto sexual envuelto hoy en día bajo un manto de pudor hipócrita, en Roma representaba un concepto cotidiano más. Con el cambio de religión oficial en el imperio y la imposición de nuevas ideas morales, el sexo dejó de ser algo cotidiano en la vista y expresión romana pública para convertirse en algo oculto y privado. La literatura nos dejó numerosas muestras de cómo los romanos sentían y mencionaban el sexo como hoy en día hablaríamos de deportes u otra tema habitual.
Este escrito de Catulo es muy representativo en este aspecto.
"Picante taberna, la de la novena columna tras los hermanos del píleo , y vosotros, sus parroquianos, ¿os creéis que vosotros solos tenéis polla, que a vosotros solos os está permitido joderos a todas las mozas que haya y considerar a los otros unos cabrones? ¿O es que, porque estáis sentados uno detrás de otro como idiotas cien o doscientos, creéis que no voy a atreverme a llenaros la boca de una vez a los doscientos espectadores? Pues creedlo: porque inscribiré la fachada de toda vuestra taberna con pichas. Pues mi niña, que ha huido de mis brazos, a la que yo quiero tanto como nadie querrá a ninguna, por la que me he peleado grandes guerras, se sienta ahí.
Todos la amáis, tan honrados y dichosos, pero, desde luego (¡qué vergüenza!), sois todos unos miserables chulos de callejón; y tú por encima de todos, único entre los barbudos, hijo de la conejera Celtiberia, Egnacio , a quien hace guapo una espesa barba y una dentadura refregada con meado ibérico"
El concepto sexual envuelto hoy en día bajo un manto de pudor hipócrita, en Roma representaba un concepto cotidiano más. Con el cambio de religión oficial en el imperio y la imposición de nuevas ideas morales, el sexo dejó de ser algo cotidiano en la vista y expresión romana pública para convertirse en algo oculto y privado. La literatura nos dejó numerosas muestras de cómo los romanos sentían y mencionaban el sexo como hoy en día hablaríamos de deportes u otra tema habitual.
Este escrito de Catulo es muy representativo en este aspecto.
"Picante taberna, la de la novena columna tras los hermanos del píleo , y vosotros, sus parroquianos, ¿os creéis que vosotros solos tenéis polla, que a vosotros solos os está permitido joderos a todas las mozas que haya y considerar a los otros unos cabrones? ¿O es que, porque estáis sentados uno detrás de otro como idiotas cien o doscientos, creéis que no voy a atreverme a llenaros la boca de una vez a los doscientos espectadores? Pues creedlo: porque inscribiré la fachada de toda vuestra taberna con pichas. Pues mi niña, que ha huido de mis brazos, a la que yo quiero tanto como nadie querrá a ninguna, por la que me he peleado grandes guerras, se sienta ahí.
Todos la amáis, tan honrados y dichosos, pero, desde luego (¡qué vergüenza!), sois todos unos miserables chulos de callejón; y tú por encima de todos, único entre los barbudos, hijo de la conejera Celtiberia, Egnacio , a quien hace guapo una espesa barba y una dentadura refregada con meado ibérico"